Sabía que tarde o temprano caeríamos en las redes del placer, puesto que el amigo de mi novio desde hacía tiempo sabía que me miraba con otros ojos, unos llenos de lujuria por disfrutar de mi coño y de mi cuerpo, atrayéndome cada día mas la idea y arrepintiéndome en el momento hasta que un día que vino a casa, cuando estábamos solos, no podía quitarme la idea de probar el dulce sabor de su polla y terminar los dos follando como locos, con un pequeño sentimiento de culpa por traicionar a mi novio, pero él no se enteraría jamás.